En los tiempos que corren, cada vez cobran mas importancias las instituciones sociales y deportivas, y los Clubes, de manera especial como espacio de contención, agente formador y por sobre todo como centro de participación social.
La practica deportiva, junto con las actividades físicas, son hoy el principal antídoto del sedentarismo, del tiempo libre “robotizado”, y sus nefastas consecuencias por lo que nuestra obligación es decisiva, si pensamos en mejorar la calidad de vida de Noetinger.
Los clubes de nuestro país, hoy se diferencian claramente, por un lado las instituciones-empresas, sustentadas en mutuales u otros grandes ingresos y los famosos Clubes barriales, que todavía funcionan en base al apoyo de padres, simpatizantes, dirigentes y de los mismos deportistas. En estos últimos sin duda alguna se encuentra nuestro querido San Carlos.
Un fenómeno social muy difícil de explicar en el cual conviven seres humanos con diferentes origen social, económico, político, pero con características únicas: fidelidad, pasión, entrega completa sin pedir nada a cambio, incondicionalidad, sufrimiento, muchas de las cuales hoy no se encuentran con asiduidad dentro de los valores predominantes de la sociedad en que vivimos.
Tantas veces ya se pronostico la desaparición ante tantos errores y golpes (nuestros, únicos responsables),y tantas veces se levantó ese gigante dormido, apoyándose en todos en el que se crió de chiquito dentro de sus instalaciones, del que aprendió a quererlo a través de terceros, del que vive en Noetinger o del que se fue sin que pueda olvidarlo, del que pasó y del que se quedó para siempre, del poderoso pero también del humilde trabajador, ni hablar del que alguna vez se puso la celeste y blanca.
De este fenómeno social no es sencillo encontrar muchas explicaciones, mas vale ni conviene seguir buscándolas.
Hasta sin explicación hoy uno encuentra un Club, adonde hay mucho para poner y poco para sacar, y sin embargo una infinidad de simpatizantes se deciden a crear una estructura sólida, estable, humana y económica para pensar en Un Club a futuro que no tenga nada que envidiarle a las mejores instituciones de la zona. Esta utopía es posible gracias al silencioso y eficiente accionar del presidente actual y su gente quienes han puesto de pie al club, equilibrando las finanzas y brindando un importante apoyo para que mas de 500 deportistas y 6 disciplinas puedan desempeñarse cada vez mejor.
A pesar de vernos con los recursos saturados, cada vez mas chicos/as se acercan a este hermoso Club que se ve desbordado y necesita de manera urgente solucionar estos problemas para no dejar sin posibilidad de elegir a los niños y jóvenes de noetinger, entre dos proyectos de clubes diferentes, bien diferenciados.
Este hermoso presente que vivimos como sancarlistas, nos hace pensar en un futuro promisorio, en el que nos involucremos todos, cada uno desde su lugar, para que la mística celeste no se interrumpa, y nuevos adeptos aparezcan dia a dia continuando esa ramificación inexplicable y que tanto nos llena de orgullo.Saludos a todos, y que los 100 años nos encuentre unidos y mejorados.
La practica deportiva, junto con las actividades físicas, son hoy el principal antídoto del sedentarismo, del tiempo libre “robotizado”, y sus nefastas consecuencias por lo que nuestra obligación es decisiva, si pensamos en mejorar la calidad de vida de Noetinger.
Los clubes de nuestro país, hoy se diferencian claramente, por un lado las instituciones-empresas, sustentadas en mutuales u otros grandes ingresos y los famosos Clubes barriales, que todavía funcionan en base al apoyo de padres, simpatizantes, dirigentes y de los mismos deportistas. En estos últimos sin duda alguna se encuentra nuestro querido San Carlos.
Un fenómeno social muy difícil de explicar en el cual conviven seres humanos con diferentes origen social, económico, político, pero con características únicas: fidelidad, pasión, entrega completa sin pedir nada a cambio, incondicionalidad, sufrimiento, muchas de las cuales hoy no se encuentran con asiduidad dentro de los valores predominantes de la sociedad en que vivimos.
Tantas veces ya se pronostico la desaparición ante tantos errores y golpes (nuestros, únicos responsables),y tantas veces se levantó ese gigante dormido, apoyándose en todos en el que se crió de chiquito dentro de sus instalaciones, del que aprendió a quererlo a través de terceros, del que vive en Noetinger o del que se fue sin que pueda olvidarlo, del que pasó y del que se quedó para siempre, del poderoso pero también del humilde trabajador, ni hablar del que alguna vez se puso la celeste y blanca.
De este fenómeno social no es sencillo encontrar muchas explicaciones, mas vale ni conviene seguir buscándolas.
Hasta sin explicación hoy uno encuentra un Club, adonde hay mucho para poner y poco para sacar, y sin embargo una infinidad de simpatizantes se deciden a crear una estructura sólida, estable, humana y económica para pensar en Un Club a futuro que no tenga nada que envidiarle a las mejores instituciones de la zona. Esta utopía es posible gracias al silencioso y eficiente accionar del presidente actual y su gente quienes han puesto de pie al club, equilibrando las finanzas y brindando un importante apoyo para que mas de 500 deportistas y 6 disciplinas puedan desempeñarse cada vez mejor.
A pesar de vernos con los recursos saturados, cada vez mas chicos/as se acercan a este hermoso Club que se ve desbordado y necesita de manera urgente solucionar estos problemas para no dejar sin posibilidad de elegir a los niños y jóvenes de noetinger, entre dos proyectos de clubes diferentes, bien diferenciados.
Este hermoso presente que vivimos como sancarlistas, nos hace pensar en un futuro promisorio, en el que nos involucremos todos, cada uno desde su lugar, para que la mística celeste no se interrumpa, y nuevos adeptos aparezcan dia a dia continuando esa ramificación inexplicable y que tanto nos llena de orgullo.Saludos a todos, y que los 100 años nos encuentre unidos y mejorados.
1 comentario:
me parece muy bueno este espacio. agradezco a quien lo hizo, es una forma d epoder encontrarnos los sancarlsitas.
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